DANIEL Y SEBASTIÁN

Muchos niños se han percatado de los cambios en su colonia o en su ciudad, por ejemplo, Daniel y Sebastián viven en Cuernavaca, y me platicaban que cuando llegaron a vivir en Vista Hermosa hace más o menos 4 años, su casa era la única de la cuadra. Los terrenos baldíos de alrededor se deslavaban en época de lluvias.

Daniel y Sebastián tenían que salir a la escuela con botas de hule porque el lodo cubría totalmente sus zapatos. Por suerte empezaban a crecer hierbas que detenían la tierra del cerrito de enfrente y cuando esto sucedía podían volar papalotes por las tardes aprovechando el viento que sopla justo antes de que empiece a llover.

Ahí había ardillas, cacomixtles, tlacuaches, tejones y hasta conejos. Un águila volaba planeando todas las tardes y las golondrinas venían año tras año a hacer su nido debajo del techo del porche. Los insectos eran diferentes en cada temporada, antes de las lluvias no era posible dormir a gusto.

Los mosquitos molestaban toda la noche, pero en cuanto llovía eran sustituidos por las libélulas que pasaban rozando el agua de la alberca y por las noches, salían a colectar a luciérnagas para disfrutar de la magia de la luz que emiten.

"Había temporada de 'mollotes', son como escarabajitos que chocan contra los focos en la noche y durante los meses de sequía encontrábamos víboras, dos veces vimos coralillos" comenta Sebastián.

"... pero lo que aprendimos fue a convivir con los animales. Al principio nos daba miedo andar descalzos por los alacranes, pero pocoa poco aprendimos por dónde andan y evitando su caminito no pasa nada. Igual hicimos con las hormigas, si no dejas migajas o comida encima de la mesa, ellas sólo van al fregadero a tomar agua. Siempre en fila, nunca se salen de su hilerita".

Daniel y Sebastián han visto cambiar el paisaje que hace apenas cinco años parecía inmutable. "Ahora es muy diferente", Daniel sale en moto o bicicleta a la escuela.

"El jardín ya tiene pasto, ya no es un lodazal y las calles pavimentadas son otra cosa; hay vecinos en todos los terrenos de la cuadra. Sólo queda el copete del cerrito, pero los animales se han ido. Ahora hay ratas porque se meten a los basureros a buscar desperdicios. Las mariposas casi no se ven, ¡ah!, las que siguen viniendo son las golondrinas, a ellas parece no molestarles todo esto.

Y como la mayoría de la gente tiene pánico a los insectos, los jardineros fumigan cada ocho días. No sólo se mueren las arañas capulinas, lo malo es que también las libélulas, las luciérnagas y todo ca desapareciendo, pero eso sí, los mosquitos están peor cada año y los alacranes siguen igual. Las hormigas rojas que les dicen 'cuatalatas' comen mucho porque les encantan las plantas del jardín de mi mamá. Ellas necesitan un veneno especial".

En cinco años el entorno cambió muchísimo, la lluvia que antes deslavaba el cerrito y se filtraba por las tierra para ir a dar a las capas profundas ahora corre por la pendiente de la calle y al final hay un coladera. Cuando llegaron las máquinas bulldozer a quitar las piedras, todos los animales que vivían ahí tuvieron que irse, habían ranas y sapos que estaban dormidos esperando la llegada de la próxima estación, escondidos en sus madrigueras.

"Ahora llegan otro tipo de animales, los que comen basura como la urraca y las ratas. También han aparecido perros callejeros que rompen las bolsas de basura en las noches, y gatos... Y en la cocina tenemos que cuidarnos de las cucarachas que antes no había. De verdad, ¡todo cambió tan rápido! aunque todavía algunas veces hay vacas en la calle, pero como ya pusimos barda no pueden meterse al jardín a comerse las plantas".